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Va de puentes. San Francisco vs Vladivostok

Tiempos pasados

Primeramente vamos a dar un pequeño salto atrás en el tiempo, a la época de las “dos grandes potencias”, cuando EEUU y la URSS tuvieron aquellas discrepancias y estuvieron a punto de matarnos a todos a base de explosiones y radiación ionizante…

En 1957, las dos naciones, EEUU y la URSS, llegaron a la conclusión de que tenían que intentar llegar a entenderse mejor. Algo que, a priori, era una buena idea, dadas las circunstancias (y tensiones). La propuesta de Moscú y Washington pasaba por realizar un intercambio cultural entre las dos naciones, para que la población pudiera llegar a conocer mejor al contricante. En 1958, la Unión Soviética hizo una exposición (sobre todos los aspectos de la vida soviética) en Nueva York, y, al año siguiente, en 1959, Estados Unidos realizó lo propio en Moscú.

Nixon, que por aquel entonces era vicepresidente de Eisenhower, inauguró la exposición, en donde se podía visitar una casa “que todo americano podía comprar”. Allí, Nikita Khrushchev tuvo una discusión con Nixon sobre los valores comunistas, capitalistas, el enfoque soviético de la practicidad y el enfoque américano sobre el (decadente) lujo, la competición tecnológica y algunos reproches más. El evento fue grabado en video, en color, y fue emitido en las dos potencias. Si tenéis curiosidad, está aquí: http://www.youtube.com/watch?v=D7HqOrAakco

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Discusión a alto nivel: desde 1955 no había habido tanta conversación entre EEUU y la URSS

Khrushchev quedó francamente impresionado con Nixon y fue invitado formalmente a visitar EEUU, algo que hizo en septiembre de aquel mismo año.

Así pues, el 15 de septiembre de 1959, Khrushchev, su mujer, un hijo, y todo el séquito, aterrizaron cerca de la ciudad de Washington, en la base aérea de Edwards.

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El viaje fue un examen para Khrushchev, ya que todo el mundo estuvo pendiente de esa visita. Allí estuvo en Washington (donde se entrevistó con Eisenhower y trató por ejemplo el tema de Berlin), visitó Los Angeles y San Francisco, e incluso estuvo en una feria agrícola en Iowa (era imprescindible poner la foto).

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Khrushchev en Iowa, en su salsa.

El caso es que el viaje fue un éxito: Khrushchev ganó notoriedad y fama mundial por esta visita. En EEUU cambió la idea que se tenía de los soviéticos,  y se pudieron acercar posturas en algunos temas. La pega fue que el bueno de Nikita no pudo visitar Disneylandia, por problemas de seguridad, y es algo que quería hacer a toda costa. Una lástima.

A la vuelta a la Unión Soviética, Khrushchev pasó por Vladivostok, y, visitando unos astilleros mencionó una frase histórica para la ciudad: su deseo de transformar Vladivostok en “nuestro” San Francisco. Inmediatamente se hizo un gran esfuerzo de construcción en la ciudad, industria, viviendas y demás, pero quedó a falta de alguna obra civil que fuese estandarte de la ciudad. Aunque seguramente a el le hubiera gustado ver esto….

Tiempos modernos

Vamos a volver a la época moderna: Vladivostok es una ciudad que tiene una bahía alargada que corta la ciudad en dos. El tráfico en la ciudad siempre ha sido intenso, y cuando, en horas punta, la gente quería desplazarse entre el centro de la ciudad y la zona conocida como Churkin (Pervomaiiski raion y otros) se formaban unos atascos kilométricos. No había otra forma: si querías desplazarte entre la zona roja y la verde (en el mapa), la solución pasaba por rodear la bahía entera.

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Aprovechando el tirón de la Convención de Países del Pacífico (APEC 2012), se pensó en mejorar las infrastructuras: la carretera conocida como Okeanskaya dobló el número de carriles, se construyó un tren express hasta el aeropuerto, y se propuso un puente que cruzara la bahia de lado a lado, desde el centro hasta la parte sur de la ciudad. También se propuso otro puente, mayor que el anterior, que uniera el continente con la isla más cercana a Vladivostok, Russkiy.

Las obras duraron varios años, cuando estuve aquí en 2010, la obra avanzaba a buen ritmo, y ya se empezaba a discernir la forma del puente nuevo. Sería un puente con cables de acero, con una altura de 70 m, lo suficientemente alto para que los barcos que entran y salen de la bahía (una buena cantidad de ellos), pudieran avanzar sin problemas.

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Saqué esta foto desde un barco, en 2010

La obra fue culminada “casi” a tiempo, el puente fue inaugurado, y fue un éxito. La ciudad se vació de coches, la gente pudo pasear por el puente en la inauguración, y luego se dejó cerrado para peatones.

Al poco de mi llegada, hablé con mi buen amigo Genaddi Alexandrov, y me comentó que ahora habían habilitado uno de los lados para peatones, y me preguntó si me animaría a cruzarlo con el (el tiene un poco de vértigo), y yo le respondí que si. ¿Quien diría que no a semejante oportunidad?

El día elegido se presentó “fresquito”, y hacía un poco de viento, pero el paseo prometía interesante.

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Llegando al puente

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A punto de comenzar a cruzar

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A la mitad del puente

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Uno de los cables de acero.

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Sistema de compensación hidraúlica de la parte colgante del puente.

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Atardecer en la bahía

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Un inacabado hotel que va a ser sede de un centro del registro civil de la región

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Vladivostok la nuit

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Y un par de campeones sufriendo el viento bajo cero.

 

Un artículo mítico

Hemos comprado algunas cosas, entre otras, una lata de leche condensada.

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Digamos que este sencillo bote no ha cambiado en 30 o 40 años, y es lo que la gente imagina en general cuando les nombras ‘leche condensada’. Algo así como la lata aquella de Ariel grande que había hace años.

Escribiré un post sobre productos miticos de toda la vida.

Ya hemos llegado

Pues si, ya hemos llegado. No se puede decir que ha sido fácil, pero si más que otras veces.

La ruta elegida esta vez era Bilbao – París – Moscú – Vladivostok, con 3 horas entre aviones. Parecía buena idea al principio, aunque hay un par de peros…

Charles de Gaulle

Lo primero de todo: hay obras. Así ya se sabe que no va a ser fácil. Un autobús para cambiar de zona, y otro para cambiar de terminal. Hasta ahí, todo bien.

Luego, en la susodicha terminal, una buena cola (tiempo medio de espera, según el cártel: 20 minutos). Así que nada, yo, con una cazadora gordísima, con la cámara de fotos, la maleta de cabina, al lado de un cartel gigante que era como Mercurio  de caliente, rodeado de americanos, canadienses, japoneses, chinos, y demás, para que luego una chica mire el pasaporte de reojo y me diga: “suivant”. Eso si, varias cabinas de aduaneros, vacías.

Después de esa cola, otra, como no. Aquí el típico circo: “quítese todo, póngalo aquí, rayos-x, arco detector de metales, etc”. Y me tocó en una cola con un montón de peligrosos turistas japoneses a los que les pararon tres o cuatro maletas para una inspección, aunque yo pasé sin problemas.

A continuación, a esperar. Una zona muy bonita, con muchas PS3 para poder echarte una partida, y tiendas de “Beauty Free” con precios astronómicos. Lo normal, vaya.

CDG - Oh, lala

 

Sheremetyevo

Es un aeropuerto enorme de Moscú, que ha mejorado mucho en los últimos tiempos.

Vamos a poner un mapa (clic para ver)..

Sheremetyevo

Cuando se inauguró el aeropuerto, en 1959, constaba de una sola terminal, Sheremetyevo-1, que es lo que hoy se conoce como terminal B (entre las terminales A y C). Básicamente es como una estación de autobuses un poco grande: sencilla, y bastante caótica.

En 1980, para las olimpiadas, se abrió Sheremetyevo-2, en el mapa, terminal E. Era la terminal que recibía los vuelos internacionales, mientras que la antigua terminal 1 quedó para los vuelos domésticos.

Esto ha sido así hasta hace bien poco. Si volabas desde Madrid, por ejemplo, llegabas a Sheremetyevo-2, y tenías que buscarte la vida para llegar a la otra terminal. Al recoger la maleta y salir al hall del aeropuerto te asaltaban un montón de tipos con la retahila de “taxi, taxi”, y eso que había un autobús bien económico. El problema de cambiar de terminal es que se tenía que rodear el aeropuerto y las pistas, lo cual llevaba sus buenos 30-40 minutos (sin tráfico).

Ahora parece que eso pertenece a la historia, ya que los aviones llegan (muchos) a la terminal D y salen desde la misma terminal D, por lo que no hay necesidad ni de abandonar la terminal (bravo).

Aun así, y para dejar un recuerdo peremne, nos “extraviaron” temporalmente las maletas… fuimos donde el mostrador de equipajes, donde un par de señoras bregaban con la pequeña multitud que también había perdido su maleta. Una señora que estaba justo delante recuperó su maleta casi al momento, lo cual nos dió esperanzas….

En efecto, despues de hablar con las señoras, una de ellas apareció con las dos maletas en perfecto estado, despues de esperar 30 minutos, porque “las habían mandado a la zona de tránsito” (cosa que no debería de ocurrir, ya que según normativa, hay que pasar por aduanas al entrar en el país).

Después de facturar, nos encontramos en la zona de embarque, que me recordaba mucho a la antigua Sheremetyevo-1: muchísima gente en poco espacio, largas colas, y un ambiente muy cargado. Si a eso se añade que el vuelo a Vladivostok se hace ahora en un Boeing 777 (400 plazas aprox.), el resto lo podéis imaginar…

(Gentío en plan lemming, sin saber donde ir)

El vuelo sin incidencias: Buena comida, un sistema de infotainment genial (ví dos películas y episodios de “padre de familia”) y llegamos a Vladivostok en solo 7 horas… ¡porque ahora se sobrevuela China!

El aeropuerto de Vladivostok también ha sido actualizado y puesto al día. La última vez que estuve allí (2010), volamos en un Airbus 330-300 que no podía acercarse a la terminal, y te llevaban en un autobús sin aire acondicionado hasta la terminal. Esta vez, no sólo nos acercamos a la terminal, sino que encima teníamos finger. Un lujo.

Aeropuerto ARTEM